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Había cierta expectación con el nuevo trabajo de hermanos Robinson, sobre todo ahora que la vuelta de Marc Ford es prácticamente una utopía y porque llevan más de seís años sin publicar un álbum. El resultado a primera vista no es espectacular, si bien se queda lejos de grandes discos como lo fueron en su momento el Southern Harmony and Musical Companion y el Amorica , estos nuevos Crowes han facturado un más que correcto álbum donde el trabajo de Luther Dickinson (Actual guitarrista de North Mississippi All Stars ) es realmente brillante.
Sin sorprender a nadie se mantienen en su clásico sonido con tintes setenteros y con un tono sureño que tan popular les hizo en los noventa. La composición (letras y música) sigue en manos de los hermanos Robinson, bien trabajadas aunque sin la fuerza y la inventiva de antaño. Lo que realmente destaca de este trabajo es la increible labor de Dickinson, que realmente llega a impregnar en ciertas ocasiones a los Crowes de su sonido tan particular (canciones como god´s got it así lo reflejan) pero adaptándose a la vez al sonido que los Crowes necesitan. El resultado son temas llenos de matices y punteos evocadores ( el slide en el single Goodbye daughters of the revolution es buen ejemplo de ello) que denotan un trabajo muy sólido. Hay tiempos con ese toque entre sureño y de alguna manera místico como se puede ver en los temas Whoa Mule y Locust street. La parte rítmica está como siempre a la altura de lo que se espera de buenos músicos como lo son MacDougall, Gorman (está claro que es el batería perfecto para los Crowes y su vuelta es todo un acierto) o el propio Rich Robinson.
En definitiva la esperada vuelta de los Crowes no ha sido tal y como se esperaba pero no por ello malo, sino que abre el camino a algo a mi parecer muy interesante, el tiempo lo dirá...